Él estudiaba en la escuela Arturo Sanmohano. Allí también asistía un niño llamado Charlie. Charlie era cruel y abusador con otros alumnos. Se reía de los demás de acuerdo a sus interéses. Si a alguna niña le agradaba el deporte le llamaba nombres feos. Lo mismo hacía con los niños que jugaban a las escondidas con sus amigas o que les gustaba cantar y hasta bailar en el teatro.

     Un día, Pedro estaba en el patio jugando con sus compañeros. En ese momento, Charlie se le acercó. Le dijo:-Hola mariquita.¿Cómo estás? Todos se rieron a carcajadas. Pedro sintió mucha vergüenza e indignación. Entonces, le dijo:-¡No me digas así! Vete, déjame en paz.

     Yo te molesto cuando se me pege la gana.¿Entendido?- le contestó Charlie mientras miraba a los otros.  Fue entonces cuando Pedro le refutó atemorizado:- Sí, está bien Charlie, pero por favor, no me pegues. Luego de decir esas palabras, se fue corriendo y llorando.