La tortuga habla con la liebre.

- Estoy segura de poder ganarte una carrera - le dijo.

- ¿A mí? - preguntó, asombrada, la liebre.

- Pues sí, a ti. Pongamos nuestra apuesta en aquella piedra y veamos quién gana la carrera.

La liebre, muy divertida, aceptó.