Había una vez un lindo niño llamado Pablo. Al pequeño le gustaba mucho los globos por lo que el día de su cumpleaños se abuela le regala unas monedas para comprar muchos globos de colores.
- Por favor deme ese globo rojo, el azul, el verde, el naranja, el amarillo, y el violeta, y también quiero ese globo blanco.- dice emocionado al dueño de la tienda.
A la mañana siguiente, el globo blanco que se había pasado la noche despierto comenzaba a desinflarse, mientras sus compañeros pendientes de la calle se hinchaban de orgullo cuando la gente los miraba al pasar.
- ¿No os gustaría poder subir al cielo? - Pregunto de repente el globo blanco a sus compañeros.
- ¡Qué va! Estamos muy a gusto en este balcón movidos por el viento – respondieron las demás entre risas.
El globito blanco se quedo en silencio mientras el resto seguía riéndose de él, pensando en todas las cosas nuevas que le gustaría aprender.
Aquella tarde cansado de las burlas de sus compañeros el globo blanco sin pensarlo dos veces le pregunto a una niña que pasaba por la calle:
- ¿Podrías ayudarme?
- ¿Yo? Pregunto la niña. ¡Sí! Quiero ser libre.
- ¿No estás bien con tus amigos?
- No mucho. Mis amigos se burlan de mí por ser diferente y me voy desinflando cada vez más y antes de quedarme sin aire quiero aprender cosas nuevas.