Una Aventura Espacial
Érase una vez cuatro profesoras, Ana, Ainara, María y Anabel que estaban muy aburridas de contar siempre a sus alumnos las mismas cosas sobre el espacio y los planetas .
- Todos los años igual... la misma historia. - dijo María.
- A mí me lo vas a decir... Abrimos el libro, página 43 a la 47, el Sol , los asteroides y bla bla bla...- le contestó Ana en un suspiro. A lo que Anabel replicó:
- ¡Si es que los niños ya se lo saben! En clase se mueren del aburrimiento… y nosotras también…
- Ya pero que vamos a hacer… hay tanto temario que no se pueden hacer cosas chulas. - dijo Ainara.
Pero entonces Ana tuvo una grandísima idea:
- ¿Cómo que no? ¿Por qué no hacemos algo diferente? Seguro que hay muchas cosas sobre el espacio que aún no sabemos.
- Ya pero... ¿y cómo hacemos para descubrirlas? - preguntó María, que no tenía muy claro a dónde quería ir a parar Ana.
- Puedo pedirle a mi abuelo astrofísico que venga a hablar a los alumnos... - sugirió Anabel.
- Bah... si los alumnos se duermen con el libro, imagínate con tu abuelo. - le contestó Ana burlona.
Pero Ainara estaba muy pensativa y, de repente, dijo:
- Oye, ¿y si nos vamos de viaje por el espacio ? Seguro que hay muchas cosas que ver…
Entonces, todas se pusieron a pensar cómo podían viajar al espacio . Así, María preguntó:
- ¿Y cómo vamos? ¿En globo?
- ¿En avión? - Repuso Ana, a lo que Anabel contestó:
- ¡Mejor montadas en un águila imperial !
- ¡No! ¡En mi cohete espacial! - Gritó Ainara como loca, ¡era la idea perfecta!
- ¿En serio tienes un cohete? - Dijeron todas al unísono, estaba asombradísimas.
Así, las cuatro profes se pusieron en marcha. Al día siguiente bien temprano, tenían todo listo: comida de astronauta, los mapas celestes y muchas ganas de aprender. Pero se dieron cuenta de que los trajes espaciales eran muy sosos. Así que decidieron comprarse unos mucho más chulos. ¡Mirad como les quedaban!
El viaje estaba comenzando así que Ainara dijo:
- ¡Cinturones abrochados! ¡Esto está en marcha!
María estaba muy ilusionada y se lo puso en un momento gritando:
- Primer destino: SATURNO.
El viaje espacial transcurría con normalidad. Estaban a punto de llegar y Anabel estaba un poco preocupada por el aterrizaje.
- Ten cuidado Ainara, Saturno tiene unos anillos muy grandes y puedes chocarte con ellos.
- Es verdad Ainara. - dijo Ana - Los anillos de Saturno están formados por muchísimos cachitos de rocas y hielo. Hay algunos muy pequeños, pero otros son tan grandes como casas. Es verdad que hay que tener cuidado con ellos.
Cuando llegaron a Saturno las cuatro profesoras aprendieron un montón de cosas sobre este planeta. Se dieron cuenta de que allí los días eran cortísimos, ¡solo duraban 10 horas! Además, durante la noche, pudieron ver que Saturno tenía nada más y nada menos que 62 lunas. ¿Os imagináis la Tierra con 62 lunas? ¡Era genial!
Una vez volvieron a la nave, se pusieron a hablar de todo lo que habían visto. Ainara estaba emocionada.
- ¡Esto ha sido genial! Hemos aprendido un montón de cosas para contarles a nuestros niños y niñas.
Ana asintió con la cabeza y dijo:
- Es verdad, pero a mí me gustaría aprender cosas sobre Marte. ¿Nos vamos?
- ¡Sí! - grito entusiasmada Anabel.
Al llegar a Marte, las profesoras se quedaron totalmente asombradas por el color rojizo del planeta, era espectacular, y se enteraron de que era porque estaba formado por un montón de hierro y oxígeno . Además, ¡las profesoras pesaban mucho menos! Eso se debía a que la gravedad era mucho más pequeña que en la Tierra. Por eso, iban como flotando y cuando saltaban, llegaban tan alto que casi no se sabía cuándo iban a caer.
Entonces María tuvo una idea:
- ¿Y si nos llevamos una roquita para examinarla en el laboratorio con los alumnos?
- ¡Estaría genial! - contestó Ainara. De repente, vieron llegar un cochecito que andaba entre las rocas de Marte.
- ¡Mirad! ¡Es Curiosity! - gritó Ana - vamos a hacernos un selfie con él.
Cuando llegaron a Plutón, se quedaron de lo más sorprendidas, ¡era chulísimo! Pero de repente, sonó un ruido y apareció un extraterrestre muy simpático llamado Galle. Después de un rato hablando con él, Ainara tuvo una idea.
- Oye, ¿y si le preguntamos si se quiere venir a nuestra clase para contarles a nuestros alumnos y alumnas todo lo que conoce sobre el espacio?
- ¡Sería genial! ¿Te gustaría venir con nosotras a la Tierra Galle? - le preguntó Ana.
- ¡Sí, por supueso! Me encantaría conocer la Tierra - dijo Galle.
Y así fue como las clases de nuestras cuatro profes se convirtieron en las más divertidas e interesantes de todas. Galle aportó todas sus vivencias sobre el espacio y las profes todos sus conocimientos. Pero no solo eso, también la felicidad y la alegría por aprender. Porque que una cosa quede clara lo más importante de todo no es que aprendas muchas cosas, sino que las que aprendas lo hagas de corazón.