Érase una vez un niño irresponsable e irrespetuoso llamado Pedro quien vivía en Caguas. Él estudiaba en la escuela Pedro Hernández. Jugaba todo el tiempo y no hacía la tarea. Como donde residía era muy caluroso, en lugar de dedicar horas a sus estudios en su habitación salía a divertirse entre chorritos de agua a pesar de que sus padres lo enviaban a hacer sus tareas.