Había una vez una brujita humilde y feliz . Vivía muy adentro del bosque. Su casa era una cabaña muy acojedora, sencilla y especial. Allí preparaba muchas pociones para curar a los animales enfermos y a las personas necesitadas. Muchos desconocían sobre sus talentos. Por eso, no la querían y la rechazaban.

     La brujita era muy delgada, con cabellos largos y grises. Sonreía cuando lo hacían con ella aunque la mayor parte del tiempo estaba seria ya que nadie la miraba ni le sonreía. Los del pueblo la rechazaban porque le temían a sus pociones mágicas. Pero, tampoco se ocupaban en preguntar.