Érase una vez un niño irrespetuoso llamado Mario quien vivía en Beatríz. Asistía a la escuela Virginia Vázquez Mendoza en el pueblo de Cayey. Este era un pueblo donde hacía frío por lo que las flores era muy hermosas y los árboles eran frondosos. Sin embargo, a los niños no le molestaba para hacer deportes al aire libre.

     Mario salía a jugar afuera por las tardes. Los vecinos se incomodaban porque su lenguaje era inadecuado. Cuando llamaba a los demás lo hacía usando palabras soeces. En las casas vecinas se escuchaban sus malas palabras mientras las señoras cocinaban o los ancianos descansaban.  

     Por eso, practicaba deportes solo. Todos se irritaban con su conducta. También, en la escuela era malcriado con los maestros. Adémas, no quería hacer las tareas. No respetaba ni a sus padres. Verdaderamente que se había convertido en un muchacho problemático y solitario.