Además, se portaba mal en el salón de clases. Tiraba papeles, libros y hasta las sillas. Odiaba estudiar. Era muy haragano. Constantemente, lo llevaban a la oficina. No podía hablar con nadie con cortesía.

   Si alguien pensaba distinto a él le respondía con palabras negativas. Los estudiantes preferían no hablarle. Ni siquiera lo ayudaban a hacer las tareas cuando tenía dudas porque aun si necesitaba apoyo lo pedía de mala manera.